Llevo unos días organizando las fotos y escribiendo una nueva entrada sobre mi última escapada a Cantabria. Pero hoy no puedo escribirlo. Hoy sólo tengo en la cabeza una cosa: el atentado en la cafetería Argana, en Marrakech.
Me parece increible que hace poco más de un mes yo misma estuviera cenando y disfrutando del bullicio propio de la plaza en sus terrazas.Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, Yemaa el Fna es, con sus numerosos cafés, el principal foco turístico de Marrakech. Es un bullidero de gente llendo y viniendo, turistas fotografiando como locos, mercaderes de todo tipo, cuentacuentos, músicos, encantadores de serpientes... Es de los lugares que más me han impactado en la vida. Y ahora esto.... aún no me lo creo.
No es justo. No es justo que despidas a tus seres queridos con una sonrisa en la boca, porque se van de vacaciones, a disfrutar, a relajarse... y no vuelvan. No es justo que se condene al turismo en un lugar mágico y encantador, y en el que se vive gracias a eso mismo. No es justo el juego de azar de estar en el momento inoportuno en el lugar inoportuno.
Y ahora pienso en lo que a muchos de los que fuimos a ese viaje nos decían nuestros padres: que no fueramos, que no era seguro, que era inestable políticamente, que la revuelta en el mundo árabe iba a llegar tarde o temprano. De hecho, dos de los diez que íbamos decidieron no viajar. Y "qué pena, qué tontos fuisteis, si no pasa nada, es muy seguro, Marruecos es diferente, no tuvimos ningún problema, ...". Y es cierto. No sentimos inseguridad ni un sólo momento, la gente fue encantadora....pero a veces todo se reduce sólo a eso: al cúando y al dónde. Porque nunca podemos estar seguros de que aparezca un pirado y te lleve por delante...
Mi más sincero respeto y apoyo a todas las víctimas y sus familiares.